El duelo complicado. Señales de alarma

La pérdida de un ser querido lleva inevitablemente a la vivencia de emociones intensas y dolorosas. Implica nostalgia y tristeza que, tal vez hayas escuchado comentar, son emociones que “hay que sentir” para llegar a superar o procesar emocionalmente el fallecimiento de un ser querido.

Sin embargo, en ocasiones este procesamiento emocional no se da, es como si nos hubiésemos quedado bloqueados en el dolor y sufrimiento. A veces somos nosotros mismos quienes no permitimos que se de, no nos damos la oportunidad de sentir para que cada vez el dolor sea más tolerable.

Para superar el duelo hace falta que transcurra un cierto tiempo. Aunque nos gustaría evitar ese dolor y ese malestar, no es posible suprimir totalmente este período de tiempo. El duelo es real.  No podemos negarlo. No tiene sentido negarlo. Es un periodo de adaptación, más bien de transición entre cómo era la vida antes, y la nueva vida sin esa persona. Implica aprender a volver a vivir con cambios importantes en nuestras vidas.

El duelo no es una reacción aislada, sino más bien un conjunto de sentimientos, conductas y pensamientos que conllevan un profundo malestar. Muchos procesos de duelo se resuelven espontáneamente trascurrido ese tiempo que necesitamos, sin embargo, en algunas ocasiones este procesamiento se complica.

Os dejamos algunas señales que nos pueden servir de alarma y que nos indican que podríamos estar ante un duelo no resuelto o complicado.

  • Pensamientos o imágenes intrusivas: Son pensamientos o imágenes que acuden a la mente interfiriendo en lo que estamos haciendo en ese momento. Pueden tener diferentes contenidos. Un ejemplo muy frecuente son pensamientos del tipo: “No es posible que ya no esté “Esto que está sucediendo no es real”, “Esto no me puede estar pasando a mí.”. Estas son creencias que indican que hay dificultades en aceptar la pérdida
  • Pérdida de interés por las actividades que antes te gustaban.  Se llama anhedonia, y implica dejar de realizar todo aquello que antes disfrutabas llevado por la tristeza o la desgana. Como consecuencia de ello podría aparecer el aislamiento o la retirada social.
  • Dificultad en procesar determinadas emociones intensas:
    • Culpa y auto-reproche: Es muy común el pensar en todo lo que te hubiera gustado decir y/o hacer y que no fue posible, o incluso como hubieras podido actuar o no. Esta culpa no deja que la persona avance y interfiere en diferentes ámbitos de la vida de la persona como el social, laboral, personal…etc.
    • Ansiedad: Puede parecer como llovida del cielo o porque existe algún desencadenante en particular, como un lugar, persona, objeto, etc. que te recuerda a esa persona. Se puede manifestar a nivel físico, como palpitaciones o dificultad para respirar, y también a nivel conductual por ejemplo evitando ciertas actividades (ejem., siendo incapaz de ir al cementerio, o visitar ese lugar que tanto le gustaba), o lo contrario, anclándote en determinadas acciones que a la larga pueden llegar a ser perjudiciales (ejem., no guardar sus cosas)
    • Tristeza: Este síntoma por sí solo no se considera problemático. Puede manifestarse como estado de ánimo bajo, con aparición de llanto frecuente. Sin embargo, si transcurrido un cierto tiempo la tristeza sigue interfiriendo en nuestro día a día, y nuestras capacidades se ven limitadas, ya puede considerarse un síntoma de alarma
    • Enfado: Es probable que tras la pérdida se pueda sentir enfado con las personas de alrededor o incluso con uno mismo/a. La sensación de irritabilidad es muy frecuente y puede ser desconcertante. Proviene de una gran sensación de frustración (“no se pudo evitar”) y puede manifestarse como enfado hacia cualquier persona, incluida la persona fallecida o médicos, familiares…etc.
  • Dificultades para conciliar el sueño: A la hora de irnos a la cama pueden venir a la mente muchos pensamientos sobre la pérdida que, junto a la añoranza y el anhelo por volver a ver a esa persona puede provocar dificultades en el inicio o mantenimiento del sueño.
  • Sentido del futuro alterado: Aparece cierta desesperanza hacia el futuro. Puedes sentir que los planes de futuro que tenías ya no tienen sentido o que no valen la pena.
  • Problemas de identidad: En ocasiones se siente que una parte de uno mismo se ha ido con esa persona, o incluso se empiezan a realizar conductas que la otra persona realizaba.

En el caso de estar ante una persona con duelo complicado el tratamiento psicológico iría dirigido a conseguir digerir la pérdida. Para ello sería importante realizar exposiciones controladas a la emoción y, a aquello que estamos evitando que está bloqueando este procesamiento. También sería importante elaborar y reestructurar el significado de la pérdida. Como resultado del tratamiento podemos llegar a entender que la vida se lleva personas importantes, pero también la vida trae cada día algo nuevo. Eso es la vida y eso es el vivir.

 

Mar Molés Amposta

Directora y Psicóloga sanitaria de Troba’t Psicologia